Fonología, fluidez y lectoescriptura.

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La identificación e intervención temprana de los retardos y trastornos fonológicos en los niños, será una medida preventiva indispensable para desarrollar un buen proceso lectoescritor.

La Dislexia, en su significado más simple y popular, como deficit en la lectura de letras, sílabas y palabras, se la asocia etiológicamente al desarrollo de la fonología (aprendizaje – desarrollo – conocimiento – categorización) de los sonidos del habla.

No basta que el niño utilice los sonidos bien articulados y situados en la palabra, sino que debe realizar el proceso cognitivo de razonar y pensar sobre esos sonidos.

La adquisición del corpus de fonemas es completamente inconsciente y automático. Este hecho irrefutable, muy bien explicado en el marco de la Modularidad del Lenguaje, no siempre se tiene en cuenta y en consideración.

El proceso de desdoblamiento (meta) de pensar el sonido e identificarlo en sus rasgos de punto y modo de articulación, es de enorme complejidad y se pone en marcha en la alfabetización.
Se trata de contrastar los sonidos en forma grosera con otros del sistema del habla; y de manera fina, con los de su propia clase categorial.
En la etapa de la adquisición fonológica, la gran vía de entrada de la información es la Auditiva (análisis – síntesis).
La prevención en la escuela a través de una estimulación de escucha fina y atenta, debiera estar presente en grado muy marcado en el currículum.
A la identificación del sonido, se agrega la identificación simbólica visual (lectura) y su evocación rápida (nominación).
Es en este momento, donde la velocidad de evocar y nominar (léxico) adquiere un protagonismo importante que incidirá a nivel expresivo.

Acceder al léxico (ya conocido e incorporado), puede constituir una dificultad añadida diferente al proceso lector.
El léxico interviene en la comprensión (módulo semántico).
Muchos estudios ya apuntaban a la relación de la fonología con la comprensión del léxico, ejemplo: (genero, número…)

Pero la evocación interviene en la velocidad de recuperar la palabra, usarla, decirla.
Interviene en la FLUIDEZ, aspecto tan sensible en el proceso comunicativo oral, que puede enlentecer, cortar, fracturar, producir errores (parafasias), reformular, hasta llegar a la expresión correcta o aproximada de la intención del hablante.

De ahí se deduce que la evaluación en la dislexia no se circunscribe en forma exclusiva a la fonología sino que debe comprender la evaluación de numerosas habilidades que intervienen en el lenguaje, así como los antecedentes hereditarios que el sujeto aporta.

Es importante recordar:
1- El desarrollo fonológico y a posteriori la consciencia fonológica, son predictores de éxito de la lectura y de la escritura.
2- El discurso narrativo y fluido es un predictor académico.

Los filtros disruptores tempranos en estas áreas serán de gran profilaxis en los trastornos de aprendizaje.
En él, el logopeda juega un rol profesional fundamental.
Para saber más: “De la teoría fonológica a la identificación temprana de las dificultades específicas de aprendizaje de la lectura” J.L. Luque, A Giménez, S. Bordoy y A. Sánchez en: Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología – Volumen 36 Número 3 – Julio-Septiembre 2016.Fon

TRASTORNOS ESPECÍFICOS DEL LENGUAJE (TEL): UNIFICACIÓN DE CRITERIOS PARA DIAGNOSTICARLOS

 

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Desde la aparición del  DSM-5, que sólo considera el trastorno del lenguaje dentro de los “trastornos del desarrollo neurológico”, ha surgido un debate entre la comunidad internacional para referirse a los TEL.

Surgen por ejemplo denominaciones como “trastorno del lenguaje”, “trastorno primario del lenguaje”, “trastorno del desarrollo del lenguaje”,  “trastorno específico del lenguaje”, “trastorno del espectro del lenguaje”, “disfasia”…

El Comité de expertos de AELFA-IF considera que se debe mantener el término de Trastornos Específicos del Lenguaje (TEL) por las siguientes razones:

  • Dicha denominación tiene una mayor aceptación.
  • Tiene un mayor número de entradas en la búsqueda bibliográfica.
  • Indica una mejor definición de la población afectada.

Se propone por parte del Comité, la exclusión en el diagnóstico de TEL a la discapacidad cognitiva, al autismo,  a las lesiones neurológicas y la sordera.

En cambio, sí incluye en la denominación de TEL a los trastornos comórbidos  como son el TDAH, dislexia y trastorno del procesamiento auditivo (TPA), siempre teniendo en cuenta a la hora de los diagnósticos, que  el lenguaje ha de ser la parte principal afectada.

El Comité aconseja también, marcar el límite de inteligencia en un CI no verbal mínimo de 75 y no el utilizado actualmente de 85. Con este criterio, se considera que entrarían dentro del diagnóstico de TEL, niños con trastornos importantes del lenguaje que no llegan a un CI no verbal de 85.

Se recomienda utilizar más de una prueba para efectuar el diagnóstico de TEL. Esto es para evitar diagnosticar con un único test que pueda evaluar solamente una parte de la dimensión lingüística. Por lo tanto para diagnosticar un TEL, se requiere  que la puntuación obtenida esté por debajo del corte de las pruebas morfosintácticas al igual que las pruebas fonológicas (fonológico-sintáctico) y las semánticas (léxico-sintáctico).

En los niños más pequeños, se recomienda repetir la evaluación a los 6 meses para afirmar o descartar el trastorno, viendo también la evolución en la intervención terapéutica realizada. En niños de 3 años es muy difícil diagnosticar un TEL, en cambio, a los 4 años sí se puede hablar de “posible TEL”, para afirmar o descartar a los 5 años.

De la clasificación  de Rapin y Allen (1983, 1987), referencial en el tema, quedarían excluidas del diagnóstico de TEL la “dispraxia verbal”, “déficit de programación fonológica”, “agnosia auditivo verbal” y “déficit semántico-pragmático”.

Se  mantienen, entonces como TEL los subtipos “déficit fonológico-sintáctico” y “déficit sintáctico-semántico”.

En consecuencia, se entiende por  TEL:

“Alteración significativa en la adquisición y desarrollo del lenguaje, que no está justificada por ninguna causa física, neurológica, intelectual ni sensorial, en unas condiciones adecuadas”.

Extraído de la Revista de Logopedia, Foniatría y Audiología – Aelfa-if  Volumen 35 Número 4 – Octubre-Diciembre 2015

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