Revisando conceptos: inteligencia.

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Inteligencia Fluida e Inteligencia Cristalizada

¿Qué es la Inteligencia Fluida? ¿Qué es la Inteligencia Cristalizada? Repasamos ambos conceptos.

Inteligencia Fluida e Inteligencia CristalizadaImagen: http://pixabay.com/es/users/PublicDomainPictures-14/

¿Qué es la inteligencia?

Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, “inteligencia” proviene del término latín intelligentia. Algunas de las acepciones que nos interesa rescatar son las siguientes:

  • Capacidad para entender o comprender
  • Capacidad para solucionar problemas
  • Conocimiento, comprensión
  • Habilidad, destreza y experiencia

Cada uno de estos significados refiere a un ámbito diferenciado en los que, rutinariamente, la inteligencia juega un papel fundamental. Desde una óptica racional, el entendimiento y la comprensión son factores esenciales para la resolución de problemas. El modo en que los seres humanos analizamos las opciones que tenemos para hallar el mejor procedimiento hacia un resultado que desconocemos supone un alto nivel de desarrollo cognitivo. La habilidad y la destreza también son producto de la inteligencia de cada uno.

La experiencia, por último, tiene una relación bidireccional con la inteligencia: se desarrollan de forma paralela, y se retroalimentan. Sin embargo, lo cierto es que debe haber una categorización que comprenda mejor las distintas clases de inteligencia que existen, para poder comprender mejor el concepto y la manera en que nos ayuda a resolver tareas de una naturaleza tan dispar.

Capacidades relacionadas con la inteligencia

Tradicionalmente, la inteligencia se ha vinculado estrechamente a estas capacidades:

  • Pensar y establecer asociaciones entre conceptos
  • Solucionar problemas cotidianos
  • Generar nuevos problemas (de mayor complejidad)
  • Crear innovaciones y solucionar problemas en el ámbito cultural

Habilidades primarias de la inteligencia según Thurstone

Durante el segundo tercio del siglo XX, el psicólogo de la Universidad de Chicago Louis Leon Thurstone (1887 – 1955) desarrolló sus estudios sobre las habilidades primarias de la inteligencia, que resultaron las siguientes:

  • Agilidad perceptiva
  • Razonamiento lógico
  • Habilidad numérica y matemática
  • Fluidez verbal
  • Percepción espacial

Raymond Cattell

Más de tres décadas después, el psicólogo británico Raymond Cattell (1905 – 1998) estableció una novedosa distinción entre dos tipos de inteligencias: inteligencia fluida y cristalizada.

La inteligencia fluida, según Cattell, refiere a una habilidad heredada para pensar y razonar de un modo abstracto, mientras que la inteligencia cristalizada nace de la experiencia y encarna el nivel de aculturación, educación y aprendizaje.

Habilidades de la inteligencia segú Robert Sternberg

No fue hasta el año 1985 que el psicólogo de la Universidad de Yale Robert J. Sternberg(nacido en 1949) categorizó las diferentes habilidades que emanan de la inteligencia en tres grupos:

  • Inteligencia componencial: representa la habilidad para adquirir y almacenar información.
  • Inteligencia experiencial: se trata de la habilidad cimentada en la experiencia y que usamos para escoger, codificar, combinar y comparar informaciones con el fin de configurar nuevos conceptos e impresiones.
  • Inteligencia contextual: hace referencia a la conducta adaptativa de la persona en el medio natural y social que le rodea.

Inteligencia fluida e Inteligencia cristalizada

La diferencia entre estos dos tipos de inteligencia suele vincularse a la variable edad. No obstante, resulta más preciso concebir lla diferencia entre inteligencia fluida y cristalizada en base a la influencia de la herencia y/o del ambiente.

Inteligencia Fluida

La inteligencia Fluida hace referencia a la capacidad de la persona para adaptarse y enfrentar situaciones nuevas de forma ágil, sin que el aprendizaje previo, la experiencia o el conocimiento adquirido supongan una ayuda determinante para su manifestación.

La inteligencia fluida está muy vinculada a las variables neurofisiológicas (por ejemplo, con el desarrollo de conexiones neuronales), y su influencia es más acusada puesto que su desarrollo depende en gran parte de la base genética. No ocurre lo mismo con la inteligencia cristalizada.

En este mismo sentido, podemos establecer una vinculación entre el potencial desarrollo de la inteligencia fluida y el crecimiento del niño en un ambiente enriquecedor. Vivir en un ambiente positivo y enriquecedor correlaciona con el desarrollo de conexiones neuronales en las regiones del cerebro asociadas a la memoria, el aprendizaje y la orientación en el espacio.

Componentes de la inteligencia fluida

La inteligencia fluida está compuesta por:

  • El razonamiento lógico
  • La capacidad de establecer relaciones o extraer diferencias

La inteligencia fluida adquiere su punto máximo de desarrollo de forma temprana, alrededor de la adolescencia. Esto es una gran diferencia respecto al momento de apogeo de la inteligencia cristalizada. De este modo, durante la vida adulta, esta capacidad acostumbra a verse progresivamente reducida a medida que el cuerpo va envejeciendo, así como se van deteriorando las estructuras neuronales.

La mengua de la inteligencia fluida puede deberse a varios factores: el envejecimiento normativo, accidentes, patologías, consumo de estupefacientes, etcétera. Éstos tres últimos factores pueden ocasionar lesiones o alteraciones en las distintas estructuras del cerebro y en el sistema nervioso central.

Inteligencia Cristalizada

La Inteligencia Cristalizada es el conjunto de capacidades, estrategias y conocimientos que constituyen el grado de desarrollo cognitivo logrado mediante la historia de aprendizaje de una persona.

Componentes de la inteligencia cristalizada

La inteligencia cristalizada engloba las aptitudes vinculadas con:

  • El grado de comprensión y uso de relaciones semánticas
  • La valoración de la experiencia
  • La capacidad para establecer juicios y conclusiones
  • Los conocimientos mecánicos

La inteligencia cristalizada depende en alto grado del aprendizaje obtenido de la experiencia de la persona en el contexto cultural en que vive y se relaciona. El desarrollo de la inteligencia cristalizada de cada persona depende en buena medida de que haga una buena inversión de su inteligencia fluida histórica en hábitos que le permitan aprender cosas nuevas. Dicho con otras palabras, el potencial de desarrollo intelectual con el que nacemos (también llamada inteligencia fluida histórica) logrará un mayor o menor nivel dependiendo de las experiencias educativas que se produzcan durante la vida.

De hecho, el desarrollo de las capacidades intelectuales pueden ir progresando durante la vida en la medida en que el contexto vivencial y la motivación de la persona por seguir aprendiendo lo permitan.

El modo en que la experiencia vital interviene en la inteligencia de una persona puede conocerse a través de la observación de los efectos del estrés en el deterioro de las estructuras cerebrales. Según un reciente estudio de la Universidad de Toronto, las hormonas que el cuerpo humano segrega cuando estamos preocupados o nerviosos afectan directamente a un área cerebral vinculada a las funciones cognitivas, tales como la memoria o la orientación en el espacio.

Así pues, como señalamos en el artículo “5 trucos para incrementar tu inteligencia”, resulta fundamental tanto la búsqueda constante de nuevos conocimientos como llevar una vida equilibrada si tenemos el objetivo de mantener nuestras capacidades cognitivas en su mejor versión.

Referencias bibliográficas:

  • Rice, Philips F. et al. (1997): Desarrollo humano, Pearson.
  • Shaffer, D. (2005). Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia. Edición, 5ª ed. Publicación, México, D.F
Bertrand RegaderBertrand Regader Psicólogo educativo | Director de Psicología y MenteGraduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Especialidad en Psicología Educativa. Postgrado en Economía Política por la Universitat de Barcelona. Fundador y director de la web Psicología y Mente, la mayor comunidad en el ámbito de la psicología y las neurociencias.

Entrevista a Marino Pérez Álvarez (TDAH)

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“Los intereses que hay detrás del diagnóstico del TDAH”

Revista INFOCOP nº 67 Octubre – Diciembre 2014 – Consejo General de la Psicología de España.  (Primera parte)

Redacción de Infocop

“En los últimos años, el estudio sobre el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) ha suscitado una gran controversia. A pesar de la multitud de investigaciones surgidas en torno a este trastorno, sigue sin existir consenso ni claridad en muchos de los aspectos que conforman el TDAH y su abordaje, lo que ha provocado una división en la comunidad científica, clínica y educativa.

Así, mientras que una parte afirma que se trata de un trastorno neurobiológico cuya elevada prevalencia representa un “problema de salud pública”, la otra pone en tela de juicio la existencia misma de la hiperactividad, considerándola como una invención sin base científica parapetada tras la industria farmacéutica, cuya influencia tanto en la elaboración y desarrollo de Guías de Práctica Clínica (especialmente la española), domo en el DMS (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) ha sido ampliamente cuestionada.

Para abordar este tema en profundidad, Infocop ha querido entrevistar a Mario Pérez Álvarz, psicólogo Especialista en Psicología Clínica y catedrático del Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo, que, junto con Fernando García de Vinuesa y Héctor González Prado, es coautor del Libro Volviendo a la normalidad. La intervención del TDAH y del trastorno bipolar infantil, a través del cual se realiza una amplia reflexión sobre todo lo anteriormente planteado, cuestionándose, entre otras muchas cosas, si la hiperactividad y el trastorno bipolar infantil son “entidades clínicas o en realidad son problemas normales con los niños o ni siquiera problemas que, sin embargo se patologizan”.

 

                                                 ENTREVISTA

Infocop: Para introducir el tema, ustedes presentan su obra como una extensión al ámbito infantil de su anterior libro “La invención de los Trastornos Mentales” (González Pardo y Pérez Álvarez, 2007), ¿podría explicarnos el planteamiento de partida de este nuevo libro?

Marino Pérez Álvarez: El libro anterior estaba centrado en el ámbito adulto, donde mostramos cómo, por ejemplo, la industria farmacéutica había logrado convertir la timidez de siempre en la categoría diagnóstica de fobia social, había recortado los síntomas más somáticos de pánico o había lanzado la depresión a niveles epidémicos, todo como estrategia para comercializar ciertos fármacos. Muchos nos preguntaban si algo de esto no estaría ocurriendo también en la infancia, señalando siempre al TDAH.

Infocop: En páginas iniciales nos hablan del fenómeno de “Mcdonalización de la infancia”, ¿en qué consiste y cómo se relaciona con el TDAH y el Trastorno bipolar infantil?

M.P.A.: Es una expresión acuñada por el psiquiatra infantil británico Sami Trimimi para referisse a la patologización consistente en diagnosticar y medicar problemas normales que los adultos suelen tener con los niños y los adolecentes, típicamente, problemas de conducta relacionados con la atención y la dedicación a las tareas que “debieran” (de lo que sale el TDAH), así como como los berrinches y cambios de humor (de lo que sacan el trastorno bipolar o “trastorno de la desregulación disruptiva del humor”, como viene en el DSM-5).

Infocop: A la hora de diagnosticar ambos trastornos, ¿qué papel juegan las clasificaciones diagnósticas, tales como el DSM y el CIE?

M.P.A. : Juegan un doble papel, como presunta descripción de entidades diagnósticas ahí dadas y como legitimación para su uso clínico y político (estadístico, criterios para prestación de aydas, proorización de temáticas de investigación). Sin embargo, tales sistemas de clasificación carecen de validez (discriminativa, predictiva y conceptual), por más que puedan tener fiabilidad. Como bien sobe cualquier psicólogo, la fiabilidad no garantiza que aquello medido sirva para lo que se mide. Esta falta de validez está reconocida por implortantes instituciones dentro la propia psiquiatría, entre ellas el Instituto Nacional de Salud Mental de EEUU y la Red de Psiquiatría Crítica que lidera una campaña para la abolición precisamente de esos sistemas, por no hablar como la Campaña Internacional Stop DSM de la plataforma afavor de la Psicopatología Clínica, que no Estadística, así como la posición crítica de la Asociación Británica de Psicología con su llamamiento internacional para abandonar definitivamente el modelo de “enfermedad y diagnóstico en salud mental.

Infocop: Centrándonos ya en el TDAH, ¿por qué su aceptación está tan generalizada? ¿Realmente es más frecuente de lo que se cree?

M.P.A.: Aunque está en entredicho, su aceptación es amplia, si es que no generalizada. Ello se debe a una armonización de intereses, donde el problema vino curiosamente después de la solución. El caso es que el TDAH, como diagnóstico oficial, supone una solución para padres, clínicos, profesores, investigadores, políticos y fabricantes de fármacos. Así, los padres que están desbordados con problemas de atención y actividad de sus hijos, encuentran en el diagnóstico una explicación relativamente “tranquilizadora”, un tratamiento por lo común medicación (como en cualquier enfermedad), así como comprensión, y puede que subvenciones de los laboratorios y el Gobierno. Por su parte, los clínicos “identifican” problemas más frecuentes de lo que se creía (según reza un eslogan) y , en particular, pediatras y psiquiatras dan “soluciones” establecidas, y los psicólogos y psicopedagogos se dan a sí mismo estatus al modo médico. Los profesores también encuentran su justificación y “alivio” al saber que tal niño es “un TDAH” y los propios centros escolares también pueden tener su recompensa si reciben ayudas por casos diagnosticados, y estos quedan excluidos de las evaluaciones por las que se mide su nivel. Los investigadores tienen una mina para llevar a cabo estudios con la garantía de encontrar algo en lo que seguir profundizando. Los políticos también encuentran oportunidad para atender necesidades especiales reclamadas por unos y otros. Al final, los fabricantes de los medicamentos son los que se llevan el pastel, con el “trabajo sucio” de la reivindicación y oficialización hecha por otros.

¿Dónde está el problema, si todos ganan? El problema es para los niños, tanto más en la medida en que vivan “dopados” y sin haber aprendido posibles regulaciones de la atención y la actividad en función de contextos y tareas. Eso sí, podrán continuar la carrera TDAH como adultos.

 

RADIOGRAFÍA DE LA HIPERACTIVIDAD, ¿ES NECESARIA LA INTERVENCIÓN FARMACOLÓGICA?

“La prevalencia del trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) ha alcanzado, en las últimas décadas, dimensiones epidémicas. Con esta afirmación, numerosos expertos han definido el vertiginoso aumento que se ha ido registrando en el número de casos diagnosticados como TDAH.

Pero, ¿es realmente tan elevada su prevalencia? Según la Asociación Americana de Psiquiatría (American Psychiatric Association APA), el porcentaje de niños diagnosticados con TDAH se sitúa entre un 3% y un 5%de la población infantil. No obstante, una rápida mirada a través de los diversos estudios epidemiológicos que se han llevado a cabo, nos muestran resultados muy variables entre ellos, sobre todo al comparar las cifras de diferentes países. Para algunos investigadores, la razón subyacente de estas diferencias, radicaría en la variabilidad en las características metodológicas de las investigaciones (población estudiada, sistema de clasificación aplicado, diferencias culturales, etc.) (Polanczyk, de Lima, Horta, Biederman & Rohde, 2007), así como en las transformaciones por las que han ido pasando los mismos sistemas de nosología psiquiátrica, relativas a su conceptualización, al número y a la combinación de criterios necesarios para su diagnóstico (Peña & Montiel – Nava, 2003).

Esta explicación resulta razonable, teniendo en cuenta los numerosos cambios conceptuales que, a lo largo de los años, ha sufrido la definición de la hiperactividad (déficit de control moral, síndrome de impulsividad orgánica, disfunción cerebral mínima) hasta su actual nomenclatura (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), todos ellos, con el propósito de agrupar bajo una única etiqueta una serie de síntomas, y hallar una explicación plausible para su etiología, que oriente hacia un determinado tratamiento.

Todo este proceso ha venido de la mano de un amplio volumen de investigaciones y publicaciones, que, lejos de hallar evidencias sólidas del TDAH, no han hecho sino provocar una escisión de opiniones entre los diferentes profesionales, con base en la postura teórica de cada uno. De este modo, mientras que unos apoyan la teoría de una etiopatogenia genética y neurobiológica –a pesar de no contar en la actualidad con marcadores biológicos consistentes que nos permitan diagnosticar el TDAH (Timini, 2004)-, y otros difieren la intervención de los modelos de sociedad y los factores educativos en detrimento de la hipótesis orgánica, hay quien va más allá y ponen tela de juicio la existencia misma de la hiperactividad, considerándola como una intervención sin base científica, que cuenta con el escudo protector de la industria farmacéutica (Baughman 2006).

Esta falta de consenso entre profesionales se extiende más allá de la mera conceptualización del trastorno, y menoscaba la toma de decisiones con  respecto al tratamiento. Consecuentemente, podemos hallar una amplia variedad de estudios y guías de consenso que difieren en cuanto al atipo de intervención que se considera más eficaz.

Ante este panorama, resulta lógico preguntarse entonces cuál es el tratamiento más adecuado para el abordaje del TDAH. Si atendemos a la Guía de Práctica Clínica para el TDAH del Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica (NICE) de Reino Unido, las recomendaciones proponen la intervención psicosocial frente a la farmacología, como tratamiento de primera línea en niños y adolecentes. Es imprescindible subrayar aquí el papel fundamental que juegan los psicólogos a la hora de implementar este tipo de tratamientos.

Sin embargo, es la intervención farmacológica la que está cobrando un mayor peso, no sólo entre los profesionales de la salud, sino también en nuestra sociedad, donde cada vez está más arraigada la creencia de que es el tratamiento más eficaz para abordar la hiperactividad –a pesar de que, como ya hemos señalado con  anterioridad, no hay evidencias sólidas que lo apoyen-.

De hecho, los últimos datos muestran un crecimiento alarmante en el número de prescripciones de psicofármacos, directamente proporcional al número de diagnósticos de hiperactividad.

El incremento es tal, que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha hecho un llamamiento a los profesionales de la Salud Mental infanto – juvenil, urgiéndoles a realizar un diagnóstico “correcto y estricto”, y a establecer un tratamiento farmacológico “solamente con posterioridad a la tentativa de otro tipo de tratamientos psicopedagógicos y/o conductuales”  (García Peñas & Domínguez Carral, 2012).

De forma específica, UNICEF ha alertado sobre la tendencia generalizada en España a prescribir medicación a niños con TDAH, y ha recomendado elaborar un profundo análisis de la relación de los condicionantes sociales con la Salud Mental infantil y el tratamiento, instando a adoptar “iniciativas para proporcionar tanto a estos niños como a sus padres y maestros, acceso a la amplia gama de tratamientos y medidas educativas y psicológicas existentes”.

El Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea da un  paso más y alerta, a través de un informe, de la falta de evidencia científica en torno al diagnóstico de hiperactividad, y de la necesidad de que fármacos empleados en las terapias se utilicen “sólo de forma excepcional”, dados sus “efectos adversos cardiovasculares, psiquiátricos y endocrinos”.

En este punto, no podemos dejar de plantearnos en qué medida los supuestos beneficios del fármaco compensan los efectos secundarios que puede conllevar su consumo. A este respecto, en EEUU, la Food and Drug Administration (FDA) ha solicitado a los fabricantes de medicación para el TDAH, que incluyan advertencias sobre “el riesgo cardio-vascular y nuevos síntomas psiquiátricos que pudieran producir”. Estas recomendaciones, según Tom Laughren, director de la División de productos Psiquiátricos de la FDA, se basan en informes de muerte súbita por infarto en niños menores de 18 años sin riesgo, relacionados con la toma de estos fármacos (ver, www.ccdh.info).

Sin ir más lejos, en nuestro país encontramos una relación de estos efectos secundarios en la base de datos española de farmacovigilancia (FEDRA) donde se recoge, hasta septiembre de 2013, un total de 264 sospechas de reacciones adversas (185 graves) a metilfenidato y 104 sospechas (85 graves) sobre atomoxetina. Con ambos fármacos, los efectos más frecuentemente notificados corresponden a trastornos de la esfera psiquiátrica, destacando 22 casos de alucinaciones con metilfenidato y 11 casos de ideación suicida con atomoxetina. Esta información resulta alarmante, si tenemos en cuenta que España se encuentra entre los principales consumidores mundiales de metilfenidato, manteniendo un crecimiento exponencial constante.

Pero sin duda, algunas de las afirmaciones que más han impactado por la dureza de sus críticas, han sido las que contiene el informe Evaluación de la situación asistencial y recomendaciones terapéuticas en el TDAH, realizado por la Agencia Vasca de Tecnologías Sanitarias Osteba, donde se pone en entredicho la existencia de la hiperactividad como enfermedad, y se alerta sobre el “creciente” e “indiscriminado” uso que se está haciendo de los psicoestimulantes para su tratamiento. El documento advierte también que la mayoría de las guías de práctica clínica del TDAH, principalmente las españolas, “fallan en aspectos tan importantes como la rigurosidad de la metodología utilizada” y están financiadas por la industria, que fabrica y comercializa la medicación.

No menos impactantes son las revelaciones de Allen Frances, psiquiatra y presidente del grupo de trabajo del DSM-IV, al afirmar que “el afán de las farmacéuticas por encontrar un nuevo trastorno y convertirlo en moda” ha sido, en gran parte, la razón de la existencia, hoy en día, de tres nuevas falsas epidemias de trastornos mentales, infantiles: el TDAH, el trastorno bipolar y el autismo. A este respecto, puntualiza: “la forma más fácil de predecir que un niño va a padecer TDAH es su cumpleaños. Si eres el niño más pequeño de tu clase, tienes doble de posibilidades de padecerlo que si eres el más mayor. Estamos transformando la inmadurez en enfermedad, y en vez de tratarla en clase, estamos gastando millones de dólares en medicamentos”.

Todas estas declaraciones son tan sólo una muestra de la multitud de críticas que, tal y como comentábamos al inicio de este artículo, han ido surgiendo en torno al rol de la industria farmacéutica en el sobrediagnóstico y el sobretratamiento del TDAH. Empero, a raíz de la puesta en marcha en los últimos dos años, de un amplio movimiento legislativo europea orientado a impulsar el estudio y abordaje del TDAH, estas críticas se han avivado, al cuestionarse los fundamentos e intereses que han movilizado estas iniciativas políticas (García de Vinuesa, González Prado y Pérez Álvarez, 2014)

Tal es el caso del Libro Blanco europeo sobre el TDAH, ADHD: making the invisible visible (TDAH: haciendo visible lo invisible), -un documento dirigido a los responsables políticos nacionales y europeos, y financiado principalmente por la compañía farmacéutica Shire, donde se perfilan posibles estrategias para abordar la hiperactividad de forma eficaz-; o las diversas iniciativas promovidas por el Gobierno español, entre las que se incluyen la aprobación de una Proposición No de Ley sobre la necesidad de fijar un Día Internacional del TDAH, la futura actualización de la Guía de Práctica Clínica del Sistema Nacional de Salud, y la reciente mención específica del TDAH dentro de la nueva Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE), así como su inclusión como beneficiarios de las ayudas para el alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo.

Para hablarnos en profundidad sobre este tema tan polémico, Infocop entrevista a continuación a Marino Pérez Álvarez, psicólogo Especialista en Psicología Clínica y catedrático de la Universidad de Oviedo, que, junto con Fernando García de Vinuesa y Héctor González Prado, es coautor del Libro Volviendo a la normalidad. La Intervención del TDAH y el Trastorno bipolar infantil, una obra donde se aborda de forma específica cada una de las cuestiones explicadas a lo largo de este artículo.

En Portada- Consejo General de la Psicología de España- INFOCOP Número 67 octubre – diciembre 2014.

Redacción de INFOCOP”

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Discalcúlia (català) Discalculia (castellano)

Discalcúlia

La discalcúlia és una afectació que compromet el processament dels nombres, el càlcul aritmètic i la resolució de problemes.
Les funcions que intervenen són la memòria de treball, l’atenció (funcions executives), l’orientació visoespacial i el llenguatge.

En el nen discalcúlic s’observen dificultats per adquirir els conceptes numèrics, per realitzar la seqüència temporal de les operacions i per resoldre’ls de manera eficaç .
La comprensió dels problemes i la seva resolució presenta, en molts casos un rendiment dissociat.
La memòria de treball, imprescindible en la consecució de les operacions i dels problemes, és disfuncional amb oblits com: el nombre que cal portar, els signes, la col•locació espacial incorrecta de les xifres….

La discalcúlia pot ser comòrbida amb els trastorns del llenguatge (TEL), de l’atenció (TDAH) i de la DISLÈXIA.

El discalcúlic es beneficia del treball reeducatiu continuat.
En properes publicacions farem referència als processos que apliquem en els tractaments personalitzats.

_______________________________________________________________________

Discalculia

La discalculia es una afectación que compromete el procesamiento de los números, el cálculo aritmético y la resolución de problemas.
Las funciones que intervienen son la memoria de trabajo, la atención (funciones ejecutivas), la orientación visoespacial y el lenguaje.

En el niño discalcúlico se observan dificultades para adquirir los conceptos numéricos, así como realizar las secuencias temporales de les operaciones y su resolución correcta.

La comprensión de los problemas y su resolución presentan, en muchos casos, un rendimiento disociado.
La memoria de trabajo, imprescindible para la consecución de operaciones y la resolución de problemas, es disfuncional con olvidos como: el número que hay que llevar, los signos, la colocación espacial incorrecta de las cifras….

La discalculia pude ser comórbida con los trastornos del lenguaje (TEL), de la atención (TDAH) y de la DISLEXIA.

El discalcúlico se beneficia con el trabajo reeducativo continuado.
En las próximas publicaciones haremos referencia a los procesos que aplicamos en los tratamientos personalizados.

Discalcúlia</p>
<p>La discalcúlia és una afectació que compromet el processament dels nombres, el càlcul aritmètic i la resolució de problemes.<br />
Les funcions que intervenen són la memòria de treball, l’atenció (funcions executives), l’orientació visoespacial i el llenguatge.</p>
<p>En el nen discalcúlic s’observen dificultats per adquirir els conceptes numèrics, per realitzar la seqüència temporal de les operacions i  per resoldre’ls de manera eficaç .<br />
La comprensió dels problemes i la seva resolució presenta, en molts casos un rendiment dissociat.<br />
La memòria de treball, imprescindible en la consecució de les operacions i dels problemes, és disfuncional amb oblits com: el nombre que cal portar, els signes, la col•locació espacial incorrecta de les xifres....</p>
<p>La discalcúlia pot ser comòrbida amb els trastorns del llenguatge (TEL), de  l’atenció (TDAH) i de la DISLÈXIA.</p>
<p>El discalcúlic es beneficia del treball reeducatiu continuat.<br />
En properes publicacions farem referència als processos que apliquem en els tractaments personalitzats. </p>
<p>                                   Discalculia</p>
<p>La discalculia es una afectación que compromete el procesamiento de los números, el cálculo aritmético y la resolución de problemas.<br />
Las funciones que intervienen son la memoria de trabajo, la atención (funciones ejecutivas), la orientación visoespacial y el lenguaje.</p>
<p>En el niño discalcúlico se observan dificultades para adquirir los conceptos numéricos, así como realizar las secuencias temporales de les operaciones y su resolución correcta.</p>
<p>La comprensión de los problemas y su resolución presentan, en muchos casos, un rendimiento disociado.<br />
La memoria de trabajo, imprescindible para la consecución de operaciones y la resolución de problemas, es disfuncional con olvidos como: el número que hay que llevar, los signos, la colocación espacial incorrecta de las cifras….</p>
<p>La discalculia pude ser comórbida con los trastornos del lenguaje (TEL), de la atención (TDAH) y de la DISLEXIA.</p>
<p>El discalcúlico se beneficia con el trabajo reeducativo continuado.<br />
En las próximas publicaciones haremos referencia a los procesos que aplicamos en los tratamientos personalizados.